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viernes, 7 de febrero de 2014

Videojuegos violentos, por Andreas Kaufmann



Videojuegos violentos

Cuando estudiaba en la primaria mis padres me compraron mi primera consola de videojuegos: el “supernintendo”. En ese tiempo los videojuegos eran algo nuevo, no existían muchos cassettes y los pocos que se encontraban en las tiendas eran muy sencillos. Jugar videojuegos era ver un conjunto de cuadritos de colores que con la ayuda de una gran imaginación adoptaban forma de personas, animales, armas, y una infinidad de objetos que no tenía idea de qué se suponía que eran. Cuando no estaba en la escuela, estaba en casa de un amigo, o jugando en la calle o haciendo quién sabe qué, pero cuando estaba en mi casa, en algún momento del día me sentaba a jugar nintendo, y lo disfrutaba tanto que tenían que venir a apagármelo para desconectarme de ese mundo de cuadritos que para mis ojos eran paisajes misteriosos, o cuevas con monstruos donde yo era siempre el héroe.
Hoy en día, así como la tecnología ha avanzado tan rápido y con la revolución del Internet, las consolas y los videojuegos han avanzado al mismo ritmo. Ahora ya no hace falta tener un control en la mano, basta con pararte frente al televisor y moverte para controlar a los personajes dentro del mundo virtual. Jugar un videojuego se ha convertido en una experiencia similar a la de ver una película, con la diferencia de que uno es el protagonista de esa historia. Con los gráficos tan realistas que llegaron con la tecnología, se pueden ver las mismas caras que se ven en el cine, las expresiones de estos actores famosos, las sombras, la sangre. Escuchar, las voces, disparos, la respiración, los sonidos envolventes como si se estuviese dentro del mismo juego.
Así como el modo de juego cambió, la temática de los juegos fue cambiando. Es cierto que la violencia dentro de los videojuegos siempre existió. En los primeros temas podías jugar como una ardillita naranja, o un fontanero italiano con sombrero rojo pero siempre se trataba de “matar” monstruos, tortugas, dragones, frutas que caminan, o lo que fuera que se te pusiera enfrente. Con las nuevas tendencias de los videojuegos los “monstruos” a los que se enfrenta uno ahora son “personas”. Incluso ahora se puede tomar el papel del villano y aterrorizar a los “buenos” y tengo que aceptar que llega a ser muy divertido, pero también muy violento. Y este tipo de temática parece ser la que más llama la atención hoy en día. Este interés en los niños y adolescentes parece preocupar a los padres y es algo que las autoridades se toman muy en serio. En la mayoría de los casos se clasifican estos juegos no aptos para menores de 18 años. Sin embargo, ha habido casos en los que prohíben la venta del videojuego debido a su naturaleza violenta. Pero yo siempre he dicho que un juego es sólo un juego.
El mayor ataque contra los juegos violentos siempre viene a raíz de una tragedia, como lo fue la masacre ocurrida en una escuela de Virginia, Estados Unidos. Uno escucha como los medios de comunicación enseguida apuntan con el dedo a los videojuegos como la causa de estas tragedias, a veces incluso antes de que se hayan dado detalles reales de la masacre. Esto no nos dice nada de los propios videojuegos y sí mucho de la paranoia que existe entre los medios de comunicación.
Veamos un ejemplo con la masacre de Virginia en Estados Unidos en el 2007, antes de que el número de muertos fuera revelado al público, antes de que se realizaran entrevistas a los conocidos del autor de este tiroteo y antes de revisar la habitación del atacante, las historias sobre Seung- Hui Cho, conocido como el “Virginia Tech Shooter”, y su obsesión por los juegos violentos ya eran tema de conversación en las noticias. Lo que siguió fue una revisión exhaustiva de su habitación en la cual no se encontró ni un solo juego de video. Al entrevistar al compañero de Cho, dijo nunca haberlo visto jugar videojuegos. Parece que estos detalles no son importantes para los noticieros a la hora de culpar a los videojuegos en televisión internacional.
Otro caso interesante fue el de la escuela Sandy Hook en el 2012. Cuando Adam Lanza de 20 años asesinó a su madre, y luego se dirigió a la escuela primaria donde comenzó a matar niños. Este se convirtió en uno de los tiroteos más trágicos de Estados Unidos. Y como la mayoría de los chavos de 20 años, jugaba Call of Duty, (ha vendido más de 100 millones de copias), no pasó mucho tiempo antes de que los medios desviaran del tema del control en la venta de armas para enfocarse en los peligrosos efectos de los videojuegos violentos.
Sea verdad o no que los videojuegos pueden causar violencia en la sociedad, no se ha visto prueba contundente de que sea así. Lo que sí es verdad es que los medios de comunicación tienen más tiempo al aire para rellenar con suposiciones imaginarias que hechos concretos con que completar ese espacio.
Desde 1984 se ha hecho una gran cantidad de estudios tratando de relacionar los videojuegos con la agresión. Muchos de estos estudios varían un poco pero en general dicen que sí generan (al menos un poco) de agresión, pero agresión no significa violencia y menos una masacre. Investigadores comentan: “Los datos indican que los juegos de video no son la amenaza que muchos de sus críticos aseguran que son, y no necesariamente traen consecuencias negativas.” Lo que estos estudios determinaron es que sí hay un incremento en la agresión, pero sólo en un lapso de 15 a 30 minutos y no permanentemente. Pero practicar deporte también incrementa la agresión y no solo se motiva a los niños a hacer deporte, sino que en las escuelas es obligatorio.
Jugar videojuegos es sólo un pasatiempo. Se puede leer en el periódico: “Adicto a los videojuegos asesinó a 3 personas” pero nunca vemos un título que diga: “Practicante de yoga mato a sus hijos”. Puede que en los temas actuales sobresalgan o se destaquen los juegos de disparos, que tengas que "matar personas” para ganar y que estos juegos sean violentos. Pero uno está siempre consiente de que es un videojuego. Una persona puede "matar" a mil soldados en un juego de guerra pero esto no quiere decir que saliendo de su casa vaya a matar a quien vea en la calle imitando al videojuego. Es fácil para los políticos, responsables de la proliferación de las armas de fuego, evadir preguntas de la prensa diciendo: “las armas no matan gente, la gente mata gente”, pero a la hora de hablar de videojuegos parece que eso no aplica. Japón es el país con el porcentaje más alto de jugadores de videojuegos per cápita y sin embargo tiene una de las tasas más bajas de homicidios en el mundo.
Ahora que estoy en la universidad, tengo más responsabilidades y menos tiempo libre. Tengo nuevos pasatiempos y practico nuevos deportes pero algo que no he perdido es el gusto por los videojuegos y de repente me siento a jugar un poco frente al televisor y aunque no muevo más que mis manos me divierto tanto como cuando meto un gol en la cancha de futbol o cuando surfeo una ola de las que vienen con esos escasos vientos fríos. Juego videojuegos violentos de vez en cuando desde hace más de 10 años. Nunca he matado a nadie. Los críticos con la violencia de los videojuegos simplemente intentan darle sentido, de una forma rápida y sencilla, a conductas que carecen de ésta.

Andreas Kaufmann es estudiante de 4º semestre de Ing. Empresarial

miércoles, 5 de febrero de 2014

Racismo, por Dania Antonio Santiago



Racismo

Raras son las personas que en el
fondo de sí mismas son racistas.
Es más una cuestión de miedo al otro”. 
Frédéric Kanouté



En la actualidad, me parece que la oruga que era el racismo en el siglo XVI, cuando apenas se empezaba a formar, es una hermosa mariposa que extiende sus alas por todo nuestro mundo. Recorriendo desde las ciudades más grandes hasta las pequeñas comunidades, donde lo que se busca es la superioridad y el menosprecio a los que consideramos diferentes a nosotros.
Muchos autores se atreven a afirmar que el racismo ha existido desde la creación de la humanidad, pero es el profesor George M. Fredrickson[1] quien nos dice: “La base ideológica del racismo explícito se fraguó en Occidente durante la Edad Media: antes de ese periodo, no se encuentra en Europa ni en otras culturas ninguna prueba clara e inequívoca de racismo que no fuera mera discriminación o rivalidad. Quizás la primera señal de esta visión racista del mundo radique en la asociación de judaísmo con el diablo y la brujería en las mentes populares de los siglos XIII y XIV. La sanción oficial de dichos comportamientos apareció más tarde en la España del siglo XVI con la discriminación y exclusión de los judíos conversos y sus descendientes”. Vemos como desde la Edad Media el racismo comenzaba a tomar forma, las maneras racistas comenzaban con el poder de la iglesia cristiana que iba a la conquista de los pueblos con la intención de incorporarlos al cristianismo. El grupo que más sufrió de estas acciones racistas fueron los judíos, como lo menciona el profesor Fredickson, al ser expulsados de muchos lugares por sus creencias; al ir en contra del cristianismo.
Esta ideología rápidamente fue avanzando, con la conquista de los pueblos, debido a que en un principio se trataba de una forma de xenofobia (Odio hacia los extranjeros) más que racial, ya que estaba basada en las diferencias de territorio y no en las físicas o perceptibles visualmente, más tarde se convertiría en una lucha de razas y de supremacía entre una y otra.
México no fue la excepción a este grave problema, los primeros inicios de racismo se dieron con la conquista de los españoles, pues se empezó a buscar la homogeneidad de la nación con respecto a la raza de los caucásicos y a sus ideologías religiosas. Lamentablemente en nuestro país no estamos dispuestos a aceptar que existe el racismo, pues muchos consideran el despreciar a personas de distintas etnias como algo común e incluso algo dentro de lo correcto.
Diferentes encuestas se han realizado en nuestro país que dan como resultado datos asombrosos de cuántas personas indigentes y/o de origen indígena viven en México, como es el caso de los datos que revela la QUO[2]: “Cifras de la Encuesta Nacional de Discriminación (ENADIS) 2010 revelan que en México viven 7 millones de indígenas con diferentes culturas”. Parece sorprendente, e incluso podemos afirmar, “entonces en nuestro país hay una diversidad de cultura” pero no sabemos realmente cuál es la situación de estas personas que, por su color de piel, su forma de hablar, de vestir, entre otras cosas son susceptibles de ser víctimas del grave problema del racismo.
Hasta aquí hemos hecho un recuento de la situación del racismo en el mundo y en México en general. Pero es aún más alarmante la situación que se vive en nuestro municipio (Solidaridad) pues, al ser una zona turística, día tras día recibimos afluencia de gente de todo el país, con diferente vestimenta, lengua, tradiciones, y lo único que podemos ver alrededor son situaciones en las que vecinos de nuestra comunidad se refieren a esas persona indígenas como “indio pata rajada”, “Chiapas”, “indio sucio”, entre muchos epítetos más. También se practican actos en contra de ellos que muchas veces llegan a la agresión física al creerse una raza superior o simplemente que no sean del mismo origen. Pese a todo esto, la verdad, es que todos descendemos de esas personas llamadas erróneamente indios y deberíamos sentirnos orgullosos de ellos pues son una prueba viviente de nuestra cultura mexicana.
Quintana Roo es un estado pluricultural, donde se desarrolló, principalmente la Cultura Maya, sus descendientes, los Mayas de hoy, también sufren del racismo al ser burlados por su lengua y su manera de expresarse. Cosa que observamos a diario en todos los lugares públicos de esta ciudad.
En la hotelería y todo tipo de trabajo que ofrece nuestro estado es clarísimo el racismo pues al solo mirar a una persona que sea morena o que presente algún rasgo indígena se les niega la oportunidad de demostrar sus conocimientos o sus ganas de aprender. Considero que toda esta situación se ha dado por la falta de información e inculcación de valores. Tal es el caso que, en días pasados, se llevó a cabo una conferencia en un prestigioso hotel de Cancún para la cual fue invitada una persona muy conocida: Rigoberta Menchú[3]. Lo alarmante fue que cuando esta mujer se encontraba en una entrevista para un programa de radio, los vigilantes del hotel le pidieron que se retirara argumentándole que no podía vender ahí, el suceso fue todo un escándalo y un ejemplo claro del racismo, pues se había juzgado mal a esta persona solo por su apariencia. Como éste existen muchos casos más en los que el racismo gobierna las actitudes de los mexicanos y de toda la humanidad.
Finalmente, desde mi perspectiva, debemos procurar la igualdad entre los individuos para lograr vivir en armonía en un ambiente de cooperación, de respeto y donde todos tengamos los mismos derechos y obligaciones. No existe un lugar marcado para empezar a ser equitativos con nuestros vecinos y amigos, pero lo más importante es hacer el cambio en nuestra vida, empezar con el ejemplo. Además que si queremos respeto pues debemos procurar el respeto y no digo que en un día vayamos a terminar con el racismo, porque ha sido una lucha de muchos siglos y no se ha podido lograr un avance significativo, pero si empezamos poco a poco como lo han hecho grandes personajes en la historia como son: Martin Luther King, Mahatma Gandhi, Nelson Mandela, Rigoberta Menchú, entre otros, tal vez algún día podamos conseguir la igualdad aunque sea en nuestra comunidad. No hay que tener miedo de relacionarnos con personas de diferentes etnias, al contrario creo que podemos aprender muchas cosas de esas personas, más de lo que imaginamos. Así que no nos dejemos llevar por las opiniones de otros y reflexionemos: “Si los padres se ríen de los chistes racistas o sexistas, otra generación crecerá con el veneno que los adultos no han tenido el valor de eliminar”[4].

Dania Antonio Santiago es estudiante de 2do. semestre de
Licenciatura en Administración Hotelera.










[3] Candidata a la Presidencia de Guatemala y premio Nobel de la Paz en 1992.
[4] Marian Wright Edelman.