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jueves, 18 de junio de 2015

Análisis a la sociedad actual: El porqué de nuestra conducta, por Ricardo A. Salazar Garcia


Análisis a la sociedad actual: El porqué de nuestra conducta


El siglo XX, se caracterizó por una serie de cambios tecnológicos y sociales que impactaron trascendentalmente la organización social económica y política de las principales potencias mundiales de la época. En gran medida, estos cambios fueron consecuencia de que en ese siglo se dejó de pensar en el individuo como alguien con necesidades básicas cubiertas o no cubiertas.
Se comenzó a tratar a las personas como entes a los cuales se les pueden crear necesidades para así continuar con el modelo económico basado en el consumo; estas necesidades son en base a deseos y aspiraciones impuestas en la mente del individuo mediante diversas técnicas, entre ellas resaltando el marketing, la publicidad y el acto de involucrar los sentimientos con lo material.
El origen de esa reinterpretación del individuo fueron las investigaciones de la psicología, dentro de las que destacan los postulados del psicoanálisis. Su precursor, Sigmund Freud, quien propuso que en el individuo no todas las necesidades son racionales, puesto que existe un subconsciente irracional que apela a la parte animal del individuo.
La existencia de esos elementos reprimidos, explican que el individuo se deje guiar en muchos aspectos por un instinto animal que no es racional, pues vive en una sociedad con normas de vida y valores en los que se espera que reprima la mayor parte del tiempo, provocando muchas veces descontento e insatisfacción de sus deseos de ser y actuar. Un claro ejemplo son las emociones y los deseos que tienen en su mayoría los humanos, los cuales son producto de un pensamiento colectivo cultivado por años de educación y vida dentro de una familia y una comunidad determinada.
A pesar de que se piense que el ser humano es superior a otros seres vivos por poseer la capacidad de raciocinio y pensamiento abstracto, en los documentales titulados “El siglo del yo” se explora que lo menos racional tiene un gran impacto en el impacto en el comportamiento y el pensamiento de masas. La comprensión de esta relación permitió que líderes políticos y empresas de iniciativa privada explotaran la forma de hacer racional y aceptable la satisfacción de deseos, y no únicamente de necesidades en las personas. Lo que conllevó a que contextos sociales y políticos distintos establecieran un balance distinto entre la liberación y la aceptación de lo irracional y animal de la persona, según fuera necesario para estimular la pertenencia a la comunidad o la individualidad.
El debate se centró en maximizar el beneficio de reprimir o librar instintos animales en la persona. El animal consigue comida por un fin específico, con medios específicos, obteniendo beneficios que requiere; su actividad sexual está orientada a perpetuar la especie, sólo comen lo necesario y atacan sólo cuando se sienten agredidos. El humano realiza estas mismas actividades pero es capaz de hacerlo sin control; implicando así por ejemplo el comer más de lo necesario, practicar sexo con desenfreno, atacar y matar a otros seres humanos o animales sin alguna razón lógica. Sumergido todo en sentimientos, deseos y gustos.
En el psicoanálisis se plantea que vivimos en una situación dualista. “Nos movemos a través del deseo, y que lo peor que podría pasarle a alguien es conseguir lo que desea, porque lo que ya se tiene, ya no se puede desear, y al sujeto le faltará algo”, somos: “sujetos de falta”. (Arquieta, 2008).
¿Qué es lo que se hizo entonces para evitar que el individuo piense que le falta algo al estar cubierto su deseo? O mejor dicho, ¿Cómo se logró que en la sociedad se privilegiaran los deseos en el humano, cuando antes las cosas eran presentadas por su funcionalidad, por necesidad básica y utilidad? Lo anterior sin tomar en cuenta los gustos y preferencias. Durante el periodo después de la crisis de la Primera Guerra Mundial, las empresas en recuperación recurrieron al sobrino de Sigmund Freud, Eduard Bernays, debido a que él conocía los principios del psicoanálisis su interpretación para una posterior aplicación en la sociedad.
Las empresas se habían vuelto poderosas puesto que el beneficio se basaba en el exceso de producción para satisfacer las necesidades que demandaba una guerra mundial entre los países involucrados, creando así el consumo acelerado y necesario en los individuos; pero al acabar la guerra se temía que entraran en una especie de crisis debido a que ya no había necesidades tan numerosas por cubrir, y la sociedad estaba acostumbrada a demandar solo lo necesario para atender sus necesidades básicas.
El psicoanálisis plantea que las decisiones de las personas no son únicamente racionales, existen deseos y reacciones que responden al subconsciente de una forma directa. A final de la Primera Guerra Mundial, las sociedades europeas y la sociedad estadounidense no promovían la creación de la individualidad, además de estar preocupados por la economía y su desplome. Por lo tanto se utiliza el psicoanálisis para la satisfacción de estas necesidades y deseos irracionales que se pueden manipular, hablo del comportamiento individual y social. Esto ha llevado a la programación de la sociedad en búsqueda de la satisfacción de sus deseos personales y de demostrar cuán individuales y diferentes son, al final terminamos siendo igual que determinado grupo social ya sea por los gustos y preferencias del individuos, la forma de vestir y otras características; siendo esto muy efímero puesto que los gustos son cambiantes y este deseo es cubierto de una forma rápida y espontánea.
La necesidad y el deseo ya están implantados, sin embargo, la satisfacción de esas aspiraciones no se logra. Entonces, la pregunta que tenemos que realizarnos sería: ¿Acaso este modelo deberá estar vigente en este nuevo siglo? Porque si lo vemos desde un punto de vista diferente, estamos comenzando un nuevo siglo, y en el transcurso de tan sólo una década y media han sucedido tantos acontecimientos, tantas invenciones y se han llegado a tener tanto poder al alcance de todos, que deberíamos comenzar a pensar cómo debe construirse un nuevo pensamiento colectivo. En ese debate es importante considerar que se requiere de un nuevo acuerdo social que pueda generar estabilidad social y política.
Al haber creado necesidades en las personas para que las empresas satisfagan estas mismas necesidades, se crea el modelo capitalista, donde la sociedad se ha vuelto consumidora de una forma acelerada, pues están involucrados sentimientos y emociones de por medio. Sin embargo, el comportamiento de consumidor y no del ciudadano, genera muchos espacios en los que los deseos no satisfechos generan malestar social e inclusive protesta.
El principio rector de la sociedad que privilegia los deseos individuales por motivos de consumo es lograr la satisfacción de las personas. Con el paso del tiempo esa satisfacción se convirtió en un derecho que no sólo aplicaba a la compra de bienes, sino que se amplió al ámbito político cuando los líderes de potencias mundiales recurrieron a las técnicas de venta comercial para ganar simpatías electorales de la sociedad.
El resultado fue una irreversible ruptura de la sociedad con las élites tradicionales que estaban acostumbradas a decidir qué era lo más conveniente para la población o en el mejor de los casos para sectores diversos dentro de la población. En su lugar, ganaron espacio las propuestas diseñadas para responder a los deseos individuales de la mejor manera posible. Siempre bajo el precepto de que el individuo debía ser el eje central de la sociedad y del estado, proponiendo que el derecho a ser diferente reforzaba la idea de ser igualmente importante para que el gobierno fuera un servidor y no un controlador absoluto.
Por años, el concepto de democracia se consolidó a partir de la idea de que la satisfacción de los deseos individuales es la prioridad del gobierno. A pesar de que desde la década de los 80 existieron críticas sobre cómo ese comportamiento estimulaba la aceptación de una avaricia irracional e incontrolable en el individuo que actualmente está relacionada con el desencanto de la población con sus gobiernos. La explicación de las molestias es que los deseos no son cubiertos por las instituciones de gobierno y eso las convierte en ineficientes e incompetentes.
Por un lado, los deseos no son atendidos porque esa avaricia no tiene fin y los políticos se ven imposibilitados para responder a las demandas crecientes. Por otro lado, el problema con esa interpretación de democracia en la cual el gobierno tiene que responder a cualquier demanda es que los deseos de la sociedad frecuentemente son inestables e inclusive contradictorios al paso del tiempo.
En países como Estados Unidos y la Gran Bretaña, sus gobernantes decidieron enfocar los recursos de sus gobiernos para responder a los deseos de los sectores sociales susceptibles, y así apoyar a sus administraciones y así garantizar su permanencia en el poder. Ese modelo para hacer política ha sido implementado en muchas partes sin tomar en cuenta que se basa en el precepto de que el individuo es un consumidor, no un ciudadano. De modo que no es corresponsable de las decisiones sino que simplemente le sirven o no.
La manipulación de la ilusión personal de tener el control sobre las decisiones fue en los inicios del siglo XX la herramienta que permitió a las élites empresariales estimular la parte irracional del individuo en favor del consumo de sus productos. El impacto de esa forma de pensar y de actuar debilitó el rol activo del ciudadano en construir un sistema democrático y consolidó un desempeño como consumidor pasivo de los bienes y servicios que se ponían a su alcance para satisfacer sus aspiraciones personales.
En muchos países, como es el caso de México, vemos fuertes críticas, desconfianza y rechazo hacia los políticos, además de faltar líderes sociales respetados. Cada vez más vemos marchas, burlas y ataques a quienes deberían de ser autoridades en todos los sentidos políticos y sociales, principalmente porque no cumplen lo que se espera de ellos. Sin embargo, es momento de plantear si en esta situación es posible evitar la inestabilidad y el conflicto animal que en su momento advirtió Freud simplemente con moldear las políticas al deseo de consumo.
En caso de que no sea posible, hay que plantear si en las sociedades modernas del siglo XXI estamos destinados a vivir la consecuencia de la violencia y la agresividad irracional que genera la insatisfacción o a regresar al control y guía autoritaria de los gobiernos como sucedió en el siglo pasado.
Finalmente es importante preguntarse si existe una alternativa distinta a esas dos opciones que implica revertir el dominio en el pensamiento colectivo del individualismo para recuperar una noción de individuo social, o generar algún otro valor social en el que el individuo entienda su participación en sociedad, en el que los políticos tengan una nueva forma de relacionarse con la población para recuperar la aprobación y legitimidad.
En una sociedad donde se ha llegado a proclamar como bueno el gobierno democrático, y malo, quienes están en contra de éste; es necesario evaluar qué hace malo algo realmente. Dentro del acelerado estilo de vida que vivimos, pronto al tener tanta tecnología en desarrollo, está por venir una nueva era y un nuevo estilo de vida, llámese económico, social y cultural. De todo ámbito. Sólo hay que tener la mente abierta y está por verse en un futuro quizá no muy lejano.


Ricardo A. Salazar Garcia es estudiante de 5to. semestre de Ing. Empresarial.


Bibliografía:
Arquieta, Carlos (2008): El ser humano es irracional. Recuperado de: http://carlosarquieta.blogspot.mx/2008/04/el-ser-humano-es-irracional.html

Kelsall, L. Mabert, S. y Curtis, A. (Productores) & Curtis, A. (Director). (2002) “El siglo del yo”: Máquinas de felicidad. BBC Four [DVD] Reino Unido (Disponible en Blockbuster, Playa del Carmen, Quintana Roo, Plaza las Américas Av. 115, prolongación Av. CTM).

Kelsall, L. Mabert, S. y Curtis, A. (Productores) & Curtis, A. (Director). (2002) “El siglo del yo”: La ingeniería del consentimiento. BBC Four [DVD] Reino Unido (Disponible en Blockbuster, Playa del Carmen, Quintana Roo, Plaza las Américas Av. 115, prolongación Av. CTM).

Kelsall, L. Mabert, S. y Curtis, A. (Productores) & Curtis, A. (Director). (2002) “El siglo del yo”: Un policía en nuestras cabezas que debe ser destruido. BBC Four [DVD] Reino Unido (Disponible en Blockbuster, Playa del Carmen, Quintana Roo, Plaza las Américas Av. 115, prolongación Av. CTM).


Kelsall, L. Mabert, S. y Curtis, A. (Productores) & Curtis, A. (Director). (2002) “El siglo del yo”: 8 personas brindando. BBC Four [DVD] Reino Unido (Disponible en Blockbuster, Playa del Carmen, Quintana Roo, Plaza las Américas Av. 115, prolongación Av. CTM).